Pisando fuerte.
Eran grandes, se sentían bien, en su mundo todo consistía en apostar fuerte y poner todo en el empeño. Así bajaban los cinco miembros de la banda por la via S. Teresa degli Scalzi. 
De frente, a lo lejos, unos chicos de la misma edad cruzan a la otra acera al verlos. Paulo va en camiseta de manga corta con la cazadora sobre el brazo, hace muy buena tarde. Su mirada cruzada y sus tatuajes lo marcan, un cristo llorando sangre en el antebrazo, como un chico marginal y duro. Giovanni luce, bajo su nariz aguileña, un joven bigote negro; y Angelo, media melena rubia y la boca torcida en gesto de tipo duro.
Bajando hacia plaza Dante hay más gente por la calle, viandantes y gente parada charlando. En la puerta de un bar dos chicos jóvenes con trazas barriobajeras hablan animadamente. Uno de ellos, pelo moreno, ojos negros, levanta la mano saludando a Paulo, haciendo el gesto de brindis con una botella de cerveza en la mano. Paulo le devuelve el saludo con otro brindis imaginario.
Crecer en el hampa...