La sombra de una duda...
El de la coleta gira el rostro para mirar hacia la puerta. Angelo le busca un nombre a esa cara ancha de pómulos pronunciados. Por sus recuerdos navegan muchos rostros, gestos, miradas que se pierden en la memoria de otros tiempos para surgir de improviso, quién sabe por qué mecanismos...

Se acerca Roberto con él.
_ Gino, este es Angelo, un viejo amigo._
Angelo se levanta lentamente de la silla con cortesía, pero todo queda ahí, por ninguna de las dos partes el saludo se acompaña con la mano.
Gino, el moreno, así apodado por su piel bronceada, observa un instante a Angelo y después, con un gesto de la mano, invita a sentarse.
_ Me dicen que buscas trabajo, pues te voy a decir que yo no soy una oficina de contratación._
_ Si buscara trabajo de camarero o de botones no estaría aquí._ responde Angelo.
_ Roberto es un buen tipo, pero nadie puede poner la mano en el fuego jurando que no seas un policía o un soldado de otro clan._
_ Roberto es un buen muchacho y, puestos a buscar trabajo, vuestra casa es la primera._
_ Sabes, no me gustas._
_ No he venido a gustarle a nadie._
El moreno sostiene la mirada un momento y después hace un gesto con el mentón indicando la puerta del local.
Angelo se levanta lentamente. Al llegar a la puerta, Angelo pone los dedos de la mano en forma de pistola y apunta a uno de los dos gorilas que guardan la entrada antes de salir
Más allá del hampa.